DRAMA EX FABULA (TEATRO)
El Autor: Andrés Pablo Medina
E-mail: andrespablomedina@gmail.com
«A la memoria de Andrés Tamayo Gil»
DRAMA EX FABULA (EXTRACTO)
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Una fina pantalla de gasa blanca cubre la ‘cuarta pared imaginaria’ ante el proscenio. En sus extremos, recortes blancos y negros a modo de celuloide, dando la impresión de un gigantesco fotograma cinematográfico. Un hueco a la izquierda de la gasa constituye una cortina de paso, roja, a modo de las que hay en los cines para acceder a las salas. Aquí una escalinata de acceso. El piso es de color negro, levemente inclinado. La escena se presenta en penumbra, sepia. El patio encendido. De fondo, suena una música insufriblemente melancólica; la ‘banda sonora’ original de nuestra obra. {CORTE 1}. Antes de comenzar, en los inicios de la pre-obra, desde que los espectadores acceden al teatro, nuestro personaje DOCTOR se encuentra afanado en escena; es la consulta del doctor en Psiquiatría Mefisto Jodorowsky. En el escenario, a la derecha, un escritorio-despacho, que entre otras cosas (papeles amontonados, bolígrafos, cuadernos) tendrá un teléfono rojo y tres sillas situadas, dos frente a una más robusta; contiguos cajones, y en uno de ellos varios botes de medicamentos. Sobre el centro trasero, una vitrina con varios estantes y algunos cajones contendrá únicamente libros y tratados sobre medicina, psiquiatría, sociología, antropología y otras ciencias afines. En uno de sus cajones una pistola supuestamente verdadera con ocho balas permanecerá oculta a los espectadores. En otro, maquillaje teatral. Un diván al fondo a la izquierda, dos butacas entre los lados de la vitrina, y un perchero también al fondo, esquinado, tras el escritorio-despacho. Aquí una bata blanca reluciente, un maletín médico al pie del perchero, y una chaqueta colgada con una camisa, corbata y un pantalón, muy vistosos, cómicos, festivos, con los zapatos a juego, completarán la escenografía. La chaqueta portará una pistola, naturalmente falsa, con ocho balas, encubierta entre las costuras de sus bolsillos. En el escritorio-despacho, en uno de sus cajones, bajo llave que guarda el DOCTOR en su bolsillo, hay una pistola “supuestamente real” con una sola bala. El fondo de la escena se pierde en el abismo. Da la sensación de una lejanía inmensa. Tras el proscenio, dentro de la gasa encubierta, una concha esconde al APUNTADOR, el cual puede servir a su vez como apuntador de la misma obra. Aquí la gasa se abre graciosamente como una cortina de salón, y desde aquí, una discreta escalinata, justo al centro del proscenio del escenario, comunica la escena con el patio de butacas. El DOCTOR Mefisto Jodorowsky se pone su bata. Las luces de sala se apagan a la vez que la música decrece. {CORTE 1}. El DOCTOR Jodorowsky, al momento, se sienta en su silla a escribir. Esto es, la más robusta. Comprueba sus enseres, así que se escucha la siguiente parrafada por los altavoces:
EL AUTOR:
(Por los altavoces). Muchas veces he pensado cuando me tocará… ¡No! No me refiero a la ansiada quiniela de catorce… me refiero al fin. Sí, al fin. ¿Cómo será el fin? Es una pregunta que nunca ha tenido respuesta. Unos opinan que no hay fin, sino eternidad. Ya saben… sólo nos transformamos, cambiamos de un estado corporal a un estado plenamente espiritual. Otros, opinan sin embargo que todo acaba en la putrefacción. ¡Es espantoso acabar en la putrefacción! Pero,… por favor,… yo no quiero ser un fantasma, y mucho menos acompañado de un saco de gusanos.
(Los parlamentos entre corchetes […] no deberán ser dramatizados literalmente sobre el texto. Su función es diseñar la construcción contextual general. Para un mayor verismo en las escenas, deben ser suscritos a las acciones y su suceder. Los parlamentos entre comillas “…” sugieren una doble intención.
La ‘banda sonora’ se interceptará en las escenas o momentos que el Director en su plan considere oportuno, no obstante, se sugieren unos determinados cortes maestros {…}.
Si el PÚBLICO interviniera en algún momento de la función, se deberá ignorar en su continuidad, o bien interactuar de modo que se retome la acción justo en el momento de la irrupción. No obstante, se avisará en el texto cuándo se habrá de incitar al PÚBLICO a una interactuación o cuando se habrá de improvisar. Asimismo, estos momentos quedan igualmente determinados en el mismo texto **…** con independencia de si hubiera interactuaciones previstas por el Director en su plan o improvisaciones surgentes durante las actuaciones).
(Las indicaciones dadas de posición, entrada y salida del escenario son siempre vistas desde el PÚBLICO).
Comienza la obra, y…
(Suena el teléfono).
(El Doctor Mefisto Jodorowsky toma el auricular).
Primer y único acto. –
TEXTO. –
DOCTOR:
(Al teléfono). ¿Sí…?
(El DOCTOR, desde este mismo momento, mira insistentemente y con frecuencia un reloj de faltriquera con leontina, como si esperase un acontecimiento insoslayable de extrema urgencia).
TELÉFONO:
[¿Está el público ordenado y predispuesto?]
DOCTOR:
(Comprobando a los espectadores). Sí, sí… creo que sí. (Transición). Ya han llegado… Incluso creo que ya están acomodados en sus butacas. Sí. Todos.
TELÉFONO:
[Bien, invite a subir al señor Augusto Pérez.]
(Concluye la música {CORTE 1}).
DOCTOR:
No, no puedo hacer eso. No. No es admisible… (Transición). ¿Dirigirme a alguien sin más que sin otra diferencia que no más que sea un espectador? Eso no sería más que un desacato, un insulto a la misma crítica, a la creatividad, a la misma comparecencia de los espectadores. Es más, constituiría hasta un fracaso anunciado, una contradicción a la norma que impele como una mente enfermiza.
TELÉFONO:
[Usted no ha de decidir lo que debe ser considerado oportuno.]
DOCTOR:
¡Yo no tengo por qué hacerle caso!
TELÉFONO:
[Le recuerdo que el Director soy yo. Usted no es el responsable de lo que suceda esta noche en el teatro. Es usted uno de mis actores, y mi subordinado.]
DOCTOR:
¿Y eso qué tiene que ver?
TELÉFONO:
[Usted debe cumplir con su función. ¿Pretende acaso rebelarse a otros sucesos? ¡Es el Autor quién reparte la suerte a los personajes! ¡Si no el caos! ¡¡Compórtese!! (Transición). Haga teatro, ¡y ocúpese en lo suyo!]
DOCTOR:
De acuerdo, de acuerdo… (Mira su reloj). (Se levanta y va hacia el PÚBLICO). ¿El señor Augusto Pérez?, ¿el señor Augusto Pérez?, ¿el señor Augusto Pérez, por favor? ¿No está en la sala el señor Augusto Pérez? (Insiste).
AUGUSTO:
(Entre el PÚBLICO). ¿Qué… qué pasa?
DOCTOR:
Es para usted.
AUGUSTO:
¡Pero… ¿está usted de broma?!
DOCTOR:
Oiga, si le he dicho que suba…
AUGUSTO:
Pero… pero ¿ese teléfono funciona?
DOCTOR:
¡Caramba! Usted qué, que se ha creído que yo me invento mis conversaciones telefónicas para,… para ahuyentar el aburrimiento o algo por el estilo, ¿no?
AUGUSTO:
No, no. No. **
DOCTOR:
Pues si es usted tan amable, haga el favor de subir y contestar al teléfono lo antes posible. Voy retrasado y debo comenzar lo antes posible con mi trabajo, ¿me comprende?
AUGUSTO:
[No, no. Bueno, que diga,… sí. Pero… yo… yo no puedo subir ahí, oiga… Hay mucha gente aquí, y… ¿por qué?] (Transición). ¿Quién es?
DOCTOR:
Eso debe averiguarlo por sus propios medios. No voy a revelarlo en público, como comprenderá. Así que no nos haga perder más el tiempo, por favor. Suba y conteste de una vez por todas al teléfono.
AUGUSTO:
Mire, lo siento, pero yo no voy a subir ahí. (A su acompañante). ¡Venga, vámonos!
EUGENIA:
(A su lado). [Pero vamos a subir, ¿no? Qué más da…]
AUGUSTO:
¡Qué no, mujer! ¡Qué lo haga otro, coño! (Al Doctor). Vaya broma fuerte, ¿eh? ¡Hay que ver! ¡Pero… ¿qué pretensión ni qué realismo es éste?! ¡Qué en la obra haya un espectador, vale…! Pero es que… qué lo saquen ustedes de verdad… (Transición). ¿A quién se le ha ocurrido esta gracia?
EUGENIA:
[Pues a mí me hace ilusión…]
AUGUSTO:
[Pero tú no conoces la obra…]
EUGENIA:
[Y eso, ¿qué tiene que ver?]
DOCTOR:
¿Es usted su acompañante?
EUGENIA:
¿Quién, yo?
DOCTOR:
Sí, sí. Usted.
EUGENIA:
Sí, sí, sí, lo soy.
DOCTOR:
Si fuese tan amable de contestar usted…
AUGUSTO:
[¡No vayas!]
EUGENIA:
[¡Ay, chico! ¡Déjame!]
AUGUSTO:
[¡Qué no vayas, tonta!]
DOCTOR:
Señorita…
AUGUSTO:
[No vayas a ir, ¿eh?]
EUGENIA:
[¡Ay… déjame!]
DOCTOR:
Oiga, señorita, por favor…
EUGENIA:
Diga, señor…
AUGUSTO:
¡Calla!
(EUGENIA sisea).
DOCTOR:
Si él no quiere contestar,… haga usted el favor… ¡Están interrumpiendo la función!
AUGUSTO:
¡Qué es una obra de teatro!
EUGENIA:
Déjame paso… (Se levanta).
AUGUSTO:
(En sovoz). ¡No vayas! (A sí mismo). Yo me muero…
DOCTOR:
Oiga, señorita…
EUGENIA:
¿Sí?
DOCTOR:
¿Cómo se llama?
EUGENIA:
Eugenia.
DOCTOR:
Eugenia… (Mira su reloj). ¡Un aplauso para la señorita Eugenia…! (Transición). (Aplaude incitando al PÚBLICO). ¡Vamos, aplaudan ustedes conmigo!
EUGENIA:
(Felizmente decidida, y en sovoz). Deja paso…
(AUGUSTO PÉREZ, contrariado por la aprehensión, trata de detenerla). (EUGENIA se va arriba).
AUGUSTO:
[Eugenia, por tu madre… espera…]
EUGENIA:
Ni hablar, Augusto. ¡Esto es estupendo! ¡¿No lo ves?!
(EUGENIA sube al escenario).
DOCTOR:
Señorita Eugenia…
EUGENIA:
[Dígame usted.]
DOCTOR:
[Conteste usted al teléfono.]
EUGENIA:
[Ah, pero,… ¿realmente funciona?]
DOCTOR:
[Hágalo… Y lo comprobará.]
EUGENIA:
[(Ríe). Muy bien, Doctor. Muy bien.] (Al teléfono). ¿Sí?
TELÉFONO:
[Soy el Director responsable del teatro. ¿Le gustaría ser actriz?]
EUGENIA:
Pues… así de pronto…
TELÉFONO:
[¿Le gustaría probar la fama? Autógrafos, fotos, periodistas, lujo…]
EUGENIA:
Pues la verdad es que es una proposición muy apetecible.
TELÉFONO:
[Bien, pues continúe en el escenario, invite a subir a su acompañante y venga a bastidores. Allí le daré nuevas instrucciones. Practicaremos con él “el teatro”. ¿Comprende lo que le quiero decir?]
EUGENIA:
Creo que sí… (Transición). ¿Qué tengo que hacer?
TELÉFONO:
[Invitar a su acompañante a subir.]
EUGENIA:
No querrá.
TELÉFONO:
[Dígale que su madre le espera al teléfono, y luego venga corriendo a bastidores. Le daré nuevas instrucciones.]
EUGENIA:
¡Vale! (Al PÚBLICO). Augusto, es tu madre.
AUGUSTO:
Pero, ¿ese teléfono funciona, Eugenia?
DOCTOR:
La señorita ha dicho que es su madre…
AUGUSTO:
¡Ah, no, no, no, no, no! Yo no subo ahí ni por todo el oro del mundo…
DOCTOR:
Señor Augusto Pérez… piense en su señora madre… ¡Cuánto podría sufrir ‘desde ya’ si usted no atiende a nuestra súplica y sube al escenario!
AUGUSTO:
(Transición). ¡Lo sabía, lo sabía! Son ustedes unos extorsionadores y unos asesinos… (Se levanta y se dirige al escenario). ¡Unos asesinos, eso es lo que son ustedes! ¡Pero esta vez no se van a salir con la suya! ¡Conmigo no lo van a conseguir! (Transición). Llegará el día en el que podré desentramar todas vuestras pericias, ¡y entonces sí que van ustedes a invitarme al escenario! ¡Ya lo creo!
DOCTOR:
¡Un aplauso para el señor Augusto! (Al PÚBLICO). Vamos, un aplauso para el señor Augusto Pérez. Aplaudan ustedes conmigo. **
EUGENIA:
¿Me voy ya?
DOCTOR:
¡Márchese! Vamos, márchese…
AUGUSTO:
(Sobre el escenario). ¡Espera! (Por Eugenia).
EUGENIA:
¡No te preocupes, Augustirritín! Esto es sólo teatro… ¡¡Nada más y nada menos que teatro!! (Se va por la derecha).
DOCTOR:
(Transición). (A Augusto). (Embaucador). Venga, venga aquí. Tranquilícese. No debe tener miedo. Esto es una consulta rutinaria en la que hay un psiquiatra y un supuesto paciente que le necesita. Siéntese. Siéntese aquí y relájese. (Mostrándole su silla y sentándose en su escritorio). Dígame, ¿cuál es su problema? (Cuelga el teléfono). (Mira su reloj).
AUGUSTO:
Mire, olvídelo. Yo no me conozco el guion, no puedo actuar, compréndalo.
DOCTOR:
(Tomando notas). “¿Dice usted qué no conoce el guion?”
AUGUSTO:
Así es.
DOCTOR:
¿Y cómo es capaz de entablar una conversación conmigo?
AUGUSTO:
Oiga, por favor… Es que yo… Ahora mismo no estoy actuando. No sé hacerlo; yo no soy actor.
DOCTOR:
Bien, pues no actúe, y no necesitará guion.
AUGUSTO:
Pero… pero… pero… ¿cómo voy a estar aquí sin actuar?
DOCTOR:
¿Es qué lo cree necesario para estar aquí?
AUGUSTO:
Oiga, no sé, ¿no? Pero yo creo que si esto es una obra de teatro pues hará falta actuar, ¿no? Y… ya se lo he dicho: yo no sé hacerlo. Además, mire, yo he venido a ver la obra. Yo… yo no soy nadie, y presentando mis excusas, me vuelvo abajo. ¡Eugenia!
&
AUGUSTO:
Que cuando esta obra concluya…
DOCTOR:
Qué.
AUGUSTO:
“No se eche el desmemoriado telón de esta fábula que me imbuye más allá de la propia existencia, de la propia muerte, más allá de mi comparecencia febril y maravillosa.”
DOCTOR:
(Resolutorio). Eso es imposible, no puede usted evitar una conclusión final. (Transición). No van a estar ahí sentados toda la vida, como comprenderá…
AUGUSTO:
(Cansino, amedrentado). ¡Tiene usted razón, Doctor! ¡Siempre ha tenido usted razón! (Transición). Al fin, el fin. ¡Mi fin! (Transición). No así aún deseo de la vida una quimera que me mantenga en la existencia… Morir o no morir, ya no me importa. ¿Por qué debe preocuparme? Aun si se pudiera atrapar un sólo recuerdo al que asirse y prenderse en este instante, un sólo instante al que al repudiar de la vida perdure el resonante eco de la satírica bacanal en la tragedia… y perpetuar su inmanencia… (Transición). ¡Ah, esa es la vil mentira de la causa de la muerte entre los hombres!
DOCTOR:
(Transición). Señorita Eugenia, Señorita Eugenia…
EUGENIA:
(Voz). ¿Entro ya?
DOCTOR:
(En su escritorio, reordenando sus papeles). ¡Venga aquí, vamos!
(Entra la señorita EUGENIA).
DOCTOR:
Señor Augusto Pérez…
AUGUSTO:
¿Qué?
DOCTOR:
Usted ha decidido que va a morir… (Transición). ¡Consuetudinariamente, sin renuncias!
EUGENIA:
¡¿Augusto morir?! (Transición). ¡Mi Augustito es ya… inmortal! (Aplaude con intensa insistencia).
DOCTOR:
¡Señorita Eugenia, le ruego trate de replicar en silencio! (Transición). Es más acorde con el sentido de nuestras interpretaciones. Se excede usted sobre su propia tarea personal… ¡Le ruego trate de replicar en silencio!
EUGENIA:
¿Y cómo se hace eso?
AUGUSTO:
… Vulpes pilum mutat, non mores: “La zorra cambia el pelo, no las costumbres”. (Transición). Eugenia es realmente admirable, sólo que usted se empecina en reprimirla y reprenderla.
EUGENIA:
¡Yo no soy ninguna zorra! (Transición). No me comparen con ningún animal… (Transición). Yo soy, ahora, también… (Transición). ¡Una actriz!
DOCTOR:
(Decepcionado). En todo su esplendor…
AUGUSTO:
(Exaltado, entusiasmado). “¡Si no hubiera de rehusar la paradisíaca gloria que me ofrece este tierno amor, al afán de mi entrega por estos mismos oficios que me fascinan, diría que estoy ante la gran oportunidad feliz que toda historia humana deseara en la antesala que toda vida es a la muerte!”
DOCTOR:
… Sepa que se encuentra ante la oportunidad feliz de rechazar sus objetivos. (Mira el reloj).
AUGUSTO:
¡Y no sería yo!
DOCTOR:
¡De eso se trata!
EUGENIA:
… Lo que yo creo es que nadie tiene por qué rechazar nada… (Transición). ¡Yo también te elijo a ti, Augustirritín! ¡Y a tus hermosas palabras…! (Transición). ¡Qué ilu!
AUGUSTO:
No tan mías… (Transición). Al fin y al cabo, todas concurren en una misma procedencia… (Transición). Estas voces nuestras refractadas en sus respectivos estilos configuran la expresión de una misma identidad genérica múltiple.
DOCTOR:
¿Pretendes sugerir así que la identidad misma del Autor, y por ende la nuestra, están igualmente viciadas en su inconsistencia?
AUGUSTO:
Tanto como otras…
DOCTOR:
… Deduzco que su trastorno transferido nos desvía de la vertical natural en su transversal eficacia…
AUGUSTO:
¡Pero puedo ser libre! ¡Y morir!
DOCTOR:
“… Desconoces que tu libertad expresa el fracaso de una humanidad convenida a una suplencia frente a la superación inicial propuesta…”
AUGUSTO:
Entiendo el alma… ¡No más!
DOCTOR:
… ¡¿Y sus continencias etéreas?!
AUGUSTO:
“… La categórica multiplicidad de las minorías se expresa en mi singularidad como la libre expresión del individuo en su informe espíritu humano”.
EUGENIA:
(Saca una chuleta del bolsillo y lee). Vaya, ¿tenemos aquí a un disidente al sistema…? ¿O se trata del ejercicio poético de… de un personaje frente a la complejidad existencial? (Transición). ¡¿Es así qué lo… interpretas?! (Transición). (Dejando de leer y desechando su chuleta). ¡A tanto ya no llego yo con el teatro, ¿eh?! (Transición). ¡No, no! (Transición). (A Augusto). Sea lo que sea, tú, cuídate… ¡Qué siempre estas cosas hay que saber sobrellevarlas! ¡Y más aún cuando te implicas en ellas tanto como tú! (Transición). ¡Sigue así, Augustirritín!
DOCTOR:
(Transición). ¡Señorita Eugenia!… Por el amor de Dios…
(Suena el TELÉFONO).
DOCTOR:
¿Dígame? (Mira su reloj). (Al teléfono). ¡Sí, de acuerdo…! Enseguida estoy allí… Cuanto antes… Sí. (Cuelga el teléfono). Tengo que marchar a ver a un paciente.
EUGENIA:
¿Otro? (Transición). ¿Cuántos teatros tiene usted?…
DOCTOR:
(Ordenando sus papeles). Haga usted el favor de llevar a casa a su partenaire… (Transición). ¡Y no lo deje solo! ¡Vigílelo!
AUGUSTO:
(Delirante, irascible). ¿A ver a un paciente? Usted no va a ir a ver a ningún paciente. Es un simple artificio técnico para que salga de escena.
DOCTOR:
(Intransigente). Lléveselo a casa. No debe estar aquí más tiempo.
AUGUSTO:
Y no lo estaré, Doctor Jodorowsky…
(Suena la música. {CORTE 7}. El DOCTOR, dirigiéndose al perchero, se cambia, y recogiendo el maletín y los papeles, cruza el patio de butacas y se marcha).
(En esta escena siguiente la música suena en cortos intervalos {CORTE 7}. Así se manifiesta un momento de la escena, el corte musical se pronuncia intercalándose sobre la interpretación actoral).
(Continúa el corte musical {CORTE 7}).
EUGENIA:
(Atolondrada). Augusto, ¿a ti te gusta esta obra?, porque a mí… no es que no me guste. Por ejemplo, tu papel no lo comprendo mucho, pero reconozco que lo haces muy bien, ¿eh? ¡Muy bien! ¡Aunque esto es tan raro!, porque mira: la gente está aquí mirando y… ¡y es raro porque no me da corte! Y de alguna manera eso demuestra que soy buena actriz, ¿no? ¡Vamos, qué por lo menos tengo madera! Con un poco de tablas y tal… Porque la verdad es que es bastante difícil estar aquí y estar tan normal, aunque la verdad, todo esto me parece muy aburrido, si yo lo estuviera viendo, me aburriría. (Transición). ¿Nos vamos ya para casa?… (Transición). ¡¿Tú ves?!… Ahí es donde está lo raro, que yo diga: «¿nos vamos para casa?», y nos vayamos a casa, tan normal… (Transición). Aunque la verdad es que sí que es innovador, pero no sé a quién le puede gustar eso, porque vamos… desde luego…
AUGUSTO:
¿Quieres dejar de actuar?
&
[1] El estreno de «Entre dos sillas», obra original, se realizó por el Grupo de Teatro Sao Visnú en Cádiz y Rota (España) en el año 1985.
[2] «Entre dos sillas» es el título del texto original de esta propuesta redactado, estrenado y registrado en la Biblioteca Pública Provincial de la Diputación de Cádiz y la Delegación Provincial del Ministerio de Cultura de esta provincia. Con anterioridad existió un texto sin publicar intitulado «La locura de los cuerdos».
Posteriormente «Sin fin» fue una versión específica para la edición en la Colección Pilar de Antonio distribuido por la Librería Editorial La Avispa de Madrid.
Existen otras versiones tales como: «Serpiente de verano», «La broma», «El retablo del volatinero», etcétera,…
[3] La versión más actual divulgada, que aquí se presenta, esto es «Actor’s ex fabula», (hay varias ediciones) compendia la completitud de los textos anteriores.
[4] Fernando Cabrera y señorita Virginia son los nombres de los personajes concernientes a Augusto Pérez y señorita Eugenia en las versiones anteriores de la obra.
OBRA COMPLETA INCLUIDA EN EL LIBRO ‘TEATRO Y NARRATIVA’:
Firelight will not let you read fine stories but its warm and you wont see the dust on the floor.